Entrar en bucle conlleva estados de alteración de la
consciencia, a veces, provocados deliberadamente y otras nos atrapan y nos
desbordan sin haberlos invitado a entrar.
En estas líneas reflexiono sobre la
última.
Las situaciones en las que me he visto envuelta en ese
estado, que he venido a llamar el bucle,
candidiasis ha estado presente. Si no como causa de ese malestar, podría ser
como consecuencia. A veces me resulta complicando discernir qué llego antes. Y eso
es bucle también.
De lo que he podido sacar en claro de estos últimos cuatro
años es que la infelicidad y el malestar abren las puertas a la cándida y la
invitan a quedarse. Podría llegar a sonar hipocondría. Pero así es. La felicidad
alarga la vida, y esto implica que la infelicidad la acorta porque enfermamos.
Podría asociar el bucle a la indefensión aprehendida. Son situaciones
en las que me veo envuelta en malas condiciones de existencia, -dígase por
ejemplo: no sentirme querida, la soledad acompañada, sentirme dependiente,
atada, sin posibilidad para tomar decisiones o cambiar para mejorar- y no soy
capaz de utilizar las herramientas de que dispongo, o buscarlas, para modificar
mi vida sustancialmente. Me veo como la mosca que intenta atravesar el cristal
y se golpea una vez tras otra, sin percatarse de que a unos centímetros de sí
la ventana está abierta. Y nada la impida salir, o quizá, tan solo algo de
viento le dificulte un poco la fuga.
La falta de perspectiva de la propia situación, unida a la
estúpida y cruel idea de que debemos aguantar porque las cosas, así por arte y
artificio van a ir mejor, o que debemos resistir porque la vida es eso, un sufrir. Nos viene de la creencia de que
ya llegaremos al cielo para vivir bien. O aquellas de: lo que no te mata te hace más fuerte… de todo se aprende… son bien conocidas. Y no, me niego a aceptar que
haya situaciones que debamos aguantar.
Aprender a pedir ayuda es una consecuencia de lo anterior, y
saber a quién solo se desarrolla con la práctica. También es útil ser
consciente de con quién puedes contar y a quién le importas realmente, o sabe o
tiene las herramientas para poder ayudarte.
Nada tan liberador como tomar decisiones y empezar a
ponerlas en práctica.
Mi sabio cuerpo grita, cansado de que no le escuche.
Enferma, como último recurso. Clamando determinación.
Como el agua estancada, se dan circunstancias que se pudren
por falta de oxígeno y flujo.
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