sábado, 16 de agosto de 2014

Sobre el bucle, o experiencias desde la Isla de la lluvia.

El bucle connota repetición hasta la extenuación.

Entrar en bucle conlleva estados de alteración de la consciencia, a veces, provocados deliberadamente y otras nos atrapan y nos desbordan sin haberlos invitado a entrar. 
En estas líneas reflexiono sobre la última.

Las situaciones en las que me he visto envuelta en ese estado, que he venido a llamar el bucle, candidiasis ha estado presente. Si no como causa de ese malestar, podría ser como consecuencia. A veces me resulta complicando discernir qué llego antes. Y eso es bucle también.

De lo que he podido sacar en claro de estos últimos cuatro años es que la infelicidad y el malestar abren las puertas a la cándida y la invitan a quedarse. Podría llegar a sonar hipocondría. Pero así es. La felicidad alarga la vida, y esto implica que la infelicidad la acorta porque enfermamos.

Podría asociar el bucle a la indefensión aprehendida. Son situaciones en las que me veo envuelta en malas condiciones de existencia, -dígase por ejemplo: no sentirme querida, la soledad acompañada, sentirme dependiente, atada, sin posibilidad para tomar decisiones o cambiar para mejorar- y no soy capaz de utilizar las herramientas de que dispongo, o buscarlas, para modificar mi vida sustancialmente. Me veo como la mosca que intenta atravesar el cristal y se golpea una vez tras otra, sin percatarse de que a unos centímetros de sí la ventana está abierta. Y nada la impida salir, o quizá, tan solo algo de viento le dificulte un poco la fuga.

La falta de perspectiva de la propia situación, unida a la estúpida y cruel idea de que debemos aguantar porque las cosas, así por arte y artificio van a ir mejor, o que debemos resistir porque la vida es eso, un sufrir. Nos viene de la creencia de que ya llegaremos al cielo para vivir bien. O aquellas de: lo que no te mata te hace más fuertede todo se aprende… son bien conocidas. Y no, me niego a aceptar que haya situaciones que debamos aguantar.

Aprender a pedir ayuda es una consecuencia de lo anterior, y saber a quién solo se desarrolla con la práctica. También es útil ser consciente de con quién puedes contar y a quién le importas realmente, o sabe o tiene las herramientas para poder ayudarte.

Nada tan liberador como tomar decisiones y empezar a ponerlas en práctica.
Mi sabio cuerpo grita, cansado de que no le escuche.
Enferma, como último recurso. Clamando determinación.

Como el agua estancada, se dan circunstancias que se pudren por falta de oxígeno y flujo.

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