Una emoción parecida a la que sentía cuando hacía excursiones con el colegio me invadía de camino a Londres. Todo llama la atención y la energía brota de algún lugar que no me explico.
Sentada sobre la hierba de Hyde Park, comiendo una manzana frente al lago Serpentine. A lo lejos resuena el atronador ruido de la ciudad, coches, sirenas, la metrópoli está viva, nunca cesa el bombeo de personas desplazándose de un lugar a otro, como un organismo. Pienso en el caos que provocaría una huelga de obreras del metro y en el poder que tiene la clase obrera organizada.
El cielo de Inglaterra es gris, en ocasiones, un rayo se cuela y calienta mi piel. Una libélula metálica se posa sobre mis botas.
Los pies descalzos.
El agua y las barcas azules flotando suaves transmiten calma. Algunos árboles amarillean, preludio de otoño o una nube despistada dejó pasar el sol por más tiempo y los descolorió. Tres jóvenes toman su siesta a unos metros de distancia.
Los parques en las grandes ciudades son islas de calma y esparcimiento.
Una furtiva foto a este retrato de Virginia Woolf, al óleo por Vanessa Bell 1911, en el National Portrait Gallery, donde pude ver una exposición sobre la autora en la que a través de cuadros, manuscritos, cartas, panfletos y fotografías me acerqué a su biografía. Ambas, pintora y retratada, hermanas y miembras del grupo Bloomsbury, círculo de intelectuales y artistas que defendieron y pusieron en práctica sus ideas de igualdad y libertad sexual, como reacción a la moral victoriana. Argumentaron contra la guerra, el imperialismo y el fascismo en auge de la época. Vivieron de cerca los horrores de las Guerras.
El hijo de Vanessa Bell, Julian Bell, participó en la Guerra Civil como conductor de ambulancia, fue asesinado en 1937.
El British.
En su afición por coleccionar países, maravillas del mundo reunidas en la metrópoli del viejo imperio.
Descubrir las obras de arte y representaciones de mujeres que no nos enseñaron en los libros de historia, una grata sorpresa. Como estos altorrelieves de los frisos del Mausoleo de Alikarnaso, una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, en los que se representa la batalla entre las Amazonas y los griegos. Mujeres guerreras a caballo, portando armas y defendiendo sus bárbaras costumbres frente a la invasión de la civilización destructora de los hombres.
Homero escribó en voz de Penthesilea, una de las reinas Amazonas "No somos inferiores en fuerza a los hombres, nuestros ojos son los mismos, nuestras extremidades son las mismas, una luz común que vemos, un mismo aire que respiramos; no son distintos los alimentos que comemos. Entonces ¿Qué nos ha de negar el cielo otorgado a los hombres?"
Se las atribuye madre hija a estas figuras de terracota, lo dudo tanto...