No hay libertad si no hay primero igualdad. La capacidad de elección está en función de las condiciones materiales, culturales, económicas y sociales de las que disponemos, aunque no la determinen. Bajo el capitalismo no puede haber igualdad ni libertad para todas. Bajo el sistema capitalista surgen desigualdades, cosificación de los cuerpos de las mujeres, vendidas y compradas, prostituidas y táfico de mujeres: la esclavitud extrema del sistema. Nos hacen enfermar para ser deseadas, explotadas, atemorizadas, infravaloradas, humilladas, violadas, y clasificadas: unas putas, otras decentes; unas marimachos, otras femeninas…
La educación que recibimos en el proceso de socialización, nos hace sumisas, complacientes, obedientes, recatadas, educadas. Peritas en dulce, preparadas para esperar al modelo que nos completará, nos hará felices y así pasaremos de ser obedientes a la familia a serlo al marido, compañero o novio. Este modelo y rol impuesto tan rancio sigue siendo la pauta a seguir por millones de mujeres. Heredado en el imaginario colectivo puede parecer desterrado para las mentes menos inquietas. Pero el machismo sigue dándose cuando el 12 % de las jóvenes entre 18 y 29 años hemos sufrido malos tratos alguna vez en la vida y el 72,6% de mujeres afirma no haber interpuesto denuncia alguna.
Para quienes aseguran con convicción que la igualdad ya llegó para quedarse, casualmente son muchas de estas personas las que creen que el feminismo es lo opuesto al machismo. Nada más lejos, la igualdad no es que podamos votar y /o estudiar una carrera. La única igualdad que llegó es que ahora los hombres se depilan, van a la última y muchos, que no muchas, salieron del armario y por atreverse sufren homofobia.
El feminismo institucional burgués ha logrado implantar una serie de leyes, la conocida Ley de Igualdad de 2007, la Ley contra la violencia de género; la creación de organismos de apoyo a las víctimas del terrorismo patriarcal, etc. Y se han logrado algunos pequeños avances. Sin embargo, no hay igualdad cuando seguimos cobrando un 30% menos de media, cuando somos las primeras en ser despedidas, cuando somos las más perjudicadas en el contexto de la actual crisis, cuando en lo que va de año van 39 mujeres asesinadas por sus parejas, cuando normalizamos y permitimos actitudes machistas hacia nosotras, cuando no hay libertad sexual y reproductiva, porque no nos dejan decidir y nos criminalizan al hacerlo.
Y ¿cuánto tiempo más necesitaremos para dejar de hacernos a nosotras mismas objeto de deseo, para dejar de ser sumisas y complacientes?, ¿cuándo dejaremos ese rol que nos imprimieron a fuego incluso desde antes de nacer? ¿Cuánto más habremos de esperar a ser rebeldes, egoístas, a ser nosotras mismas o lo que nos dé la gana de ser? ¿Cuándo seremos dueñas de nuestros destinos? ¿Cuándo seremos capaces de dar ese salto cualitativo, necesario, en el que evolucionemos a una forma de sociedad sin clases, sin desigualdades, sin patriarcado y en definitiva sin capitalismo?